Pero atraidos por ese mismo reflejo de oportunidad y selectividad, llegan advenedizos y oportunistas que no son realmente periodistas. Como ocurre en muchos ambientes laborales en este singular país, existen seudoprofesionales que en buena medida buscan las oportunidades de negocio -las inversiones de mercadotecnia y promoción son realmente jugosas- o las delicias del excelente trato prodigado por las marcas. Pero descuidan el papel principal de todo periodista: informar verazmente.
En el caso del periodismo automovilístico, resulta frecuente que buena parte de los colegas no son periodistas completos, y no por razones de formación. La mayoría sólo cumple el papel mínimo de comunicar la nota, es decir, publicar en cualquiera de sus medios, la información y data que ha generado el propio fabricante, lo que en cierta medida condiciona la opinión o el análisis esperado de un nuevo producto. Lo triste es que no siempre resulta adecuada o precisa esta información pues las marcas ensalzan a niveles sorprendentes las bondades y cualidades del nuevo vehículo. Lo cual es muy comprensible pues viven del producto y su objetivo es colocarlo lo mejor posible no sólo en la mente del consumidor sino en los medios que le ayudan a difundirlo en todos los sentidos posibles.
Vivimos una era de información y comunicación inmediata casi avasallante, por lo cual la revisión a conciencia de todo lo nuevo que surja para beneplácito de entusiastas, conocedores e interesados debería ser tamizado y filtrado mediante la experiencia y sabiduría de los periodistas especializados.
La ética laboral obligaría a muchos de los participantes en la difusión de este emocionante mundillo de los automóviles procurara un mínimo de conocimiento de lo que es un automóvil en toda la extensión de la palabra: porque no son únicamente la oportunidad de extender nuestra movilidad o la ratificación material que eleve nuestro ego o la confirmación de nuestro status socioeconómico. Es mucho más.
El automóvil ha sido más que un producto de alcances notables, una verdadera revolución para la vida de la actual sociedad. Y su progreso o deterioro marcará el futuro de todos nosotros, por lo menos hasta donde podemos atisbar con la información hoy disponible.
Así pues, amable entusiasta o interesado en el automóvil, le sugiero ser más crítico con lo que lee. Documéntese, asesórese y racionalice en la medida de lo posible la abundante información de autos que llegue a sus manos. Porque de otra manera, nuestro gremio seguirá siendo aprovechado por arribistas que son sugestionados -por no decir manipulados- por el gran poder seductor y económico de las multinacionales.