Sin duda alguna, nuestra economía está mal enfocada pero lo más triste es creer que nuestro mercado puede lograr índices de crecimiento espectaculares o volverse un gran consumidor que logre balancear los ingresos de las filiales automotrices aquí establecidas. Y así surge la paradoja: seremos un país que produzca gran cantidad de automóviles -algunos analistas estiman cuatro millones de unidades a principios de la próxima década, lo que nos colocaría entre los primeros cinco productores a nivel mundial-, pero que no puede consumirlos porque no cuenta con el nivel financiero necesario para ello.
Este paradigma también refleja la escasa cultura vial y automovilística. Amén de que no existe una legislación fuerte y clara, no hay una formación seria de conductores en todos los sentidos. Quizá los operadores de camiones de carga y autobuses pueda escapar un poco por la exigencia de su licencia de carácter federal pero su entorno, plagado de automovilistas incultos o depredadores, ocasiona que también se contaminen en sus maneras al conducir.
Será por eso que pese los esfuerzos de algunos gobiernos y la fuerte inversión en infraestructura, en verdad son pocos los mexicanos que pueden aprovecharlos cabalmente. Porque si miramos cifras, se estima un parque vehicular rondando los 25 millones de automotores, incluidos los de carga. Eso nos deja en una propoción de un automóvil por cada cinco habitantes. Una correlación lamentable que justifica el nulo interés en crecer esta industria hacia el llamado mercado interno. Que también ha sido golpeado por lo importación de vehículos chatarra amén de los que circulan en muy malas condiciones o de plano, se mueven por obra de alguna deidad muy poderosa.
En suma, nuestro mercado pequeño no posee características ni posibilidades de llegar a figurar en el marco mundial. Pero a cambio, seremos de los mejores productores de vehículos a pesar de que serán muy pocos los mexicanos los que pueda aprovecharlos.
La ironía del artesano mexicano: crea productos de notable calidad pero no puede adquirirlos por su escaso poder adquisitivo.