Por ejemplo, los pilotos de carreras en México no cuentan con una escuela ni una infraestructura que les permita ir subiendo de nivel para pulir habilidades y lograr una preparación completa, capaz de competir con los altos estándares de los campeonatos mundiales de carreras.
También influye el hecho de que los promotores mexicanos no siempre cumplen lo que prometen y algunos pilotos tampoco son tan cumplidores como podría esperarse de una persona que arriesga la vida cada vez que se sube al vehículo de su categoría. Riesgos de la mentalidad del menor esfuerzo.
Si a esto le sumamos una reducida cultura automovilística, tenemos explicada esta salida de compatriotas del país no por razones de hambre, sino de oportunidad y crecimiento.
Cierto, hay valores naturales como los hoy célebres Checo Peréz y Esteban Gutierrez. Pero hay que mirar con atención a su origen y formación. Ambos corrieron muy poco en las categorías nacionales y su mayor fogueo y preparación ocurrió en el extranjero.
Si bien no es exacta, esta analogía también aplica para ingenieros mexicanos formados y proyectados por las filiales de las armadoras establecidas aquí. Algunos de estos talentos no radican en suelo azteca y trabajan, afortunadamente para ellos, en territorios extranjeros donde sí existen las oportunidades para desarrollar su potencial técnico y creativo, una circunstancia que muy difícilmente puede surgir en nuestro país.
Esta fuga no sólo duele a la sociedad mexicana, por la evidente separación familiar y social que ocasiona una distancia dolorosa en lo emocional y en ocasiones en lo espiritual.
Si bien estamos en una etapa de inversiones fuertes en el ramo de la industria automovilística, puede ser la oportunidad para crear centros de desarrollo de ingenieros, técnicos y especialistas que puedan transformar a nuestro país en algo más que un polo industrial de bajo costo. Podemos convertirnos en una fuente de inteligencia y tecnología que genere más beneficios económicos y sociales que los observados por la fuga de aquellos talentos, que pese la distancia, todavía añoran al país y desean en lo profundo un verdadero generador de talentos no sólo para exportación, sino para el crecimiento de este México tan olvidado de sus gobernantes.