En este sentido, nuestro mercado observa algunas peculiaridades dignas de un estudio mercadotécnico profundo, como es el caso del Nissan Tsuru.
Pese su longevidad -ya 20 años en los escaparates de la casa nipona- y su comprobada confiabilidad mecánica -como en sus tiempos el VW sedán vulgo vocho-, todavía observa porcentajes de ventas envidiables por cualquier otro modelo disponible en la escena nacional.
Incluso campañas de información -que no difamación- como la nulidad protectora al someterse a las pruebas de choque de LatinNCAP hace unos meses, no alteraron en nada sus jugosos porcentajes de venta.
Ello a pesar de que existen rivales más recientes que ofrecen igual durabilidad o capacidad de sobrevivencia en caso de impacto sin dejar de lado un notable ahorro de combustible, el Tsuru continúa adelante como el único ícono valioso de Nissan.
Pese lo optimistas que luzcan las cifras comerciales, los directivos de la casa oriental saben que están jugando con una ventaja material que puede volverse contra ellos.
Varios han sido los jefes ejecutivos de la filial mexicana que han intentado dejar atrás el veterano coche. Sin embargo, la demanda y la necesidad de los ingresos hacen que la necesaria y obligada decisión no sea tomada. El Nissan Tsuru no desaparecerá mientras genere buenos ingresos, así de simple.
Si somos analíticos, el costo de inversión casi se ha recuperado tres veces y la proveduría está muy amortizada. A ello se suma una lealtad de taxistas y usuarios de flotillas que prefieren mantenerse aferrados al refrán de más vale viejo por conocido que nuevo por conocer.
Este desentendimiento del cambio necesario puede hacer que Nissan Mexicana padezca un serio revés en el mediano plazo, pues los herramentales y la infraestructura que solicita el sedán para su éxito también tienen una vida útil no infinita. Lo más complicado para la compañía asiática es que pese los apreciables ingresos, su fortaleza finaciera proviene de un auto económico, caduco, que ya ha impactado sus pretensiones de crecer en otros nichos, leáse Infiniti en el rubro Premium o Maxima como antagonista de los medianos de lujo. Estos fracasos comerciales quizá influyen en buena medida en la percepción de barato que existe por parte del consumidor mexicano hacia Nissan.
Sí, el Tsuru es muy bueno para el balance financiero de cada mes, pero puede transformarse en un anticipo de que en el futuro cercano no habrá tiempos mejores para un gigante que hoy vive momentos de gloria y reconocimiento mundial
Veremos que tan reducidas resultan sus expectativas cuando haya que decirle adiós a este simple coche por una razón u otra.