Los supercargadores aprovechan la energía mecánica del motor vía juego de poleas para impulsar un compresor volumétrico. Este absorbe aire a través de una boca –conectada al filtro de aire- y lo comprime antes de entregarlo al múltiple de admisión. Como hay más aire, hay mayor mezcla y, en consecuencia, más potencia. Existen dos tipos de supercargadores. Los más viejos pero no menos eficaces, son los de lóbulos también llamados tipo Roots. Dichos lóbulos se hallan sincronizados por un juego de engranes (foto 1) y normalmente van colocados arriba del motor. Su principal ventaja es que entregan aire a presión desde prácticamente el ralentí, lo que incrementa su ganancia en potencia en casi toda la gama de revoluciones del motor. En contra figura el tamaño del compresor, lo que obliga a buscar acomodo en los vanos pequeños. Por lo tanto, son muy recomendados para motores de gran cilindrada como V8 y V6, aunque también pueden usarse en propulsores de cuatro cilindros.
Los supercargadores más recientes son los llamados centrífugos. Es un compresor -como parece una turbina provoca confusión entre entusiastas incipientes- que va unido a una pequeña polea , la cual es accionada por una banda al motor. Tiene la gran ventaja porque no ocupa tanto espacio como los de Roots y son menos complicados para instalar (foto 2). Su principal desventaja radica en que presentan una pequeña demora, además de que el régimen óptimo de funcionamiento del compresor centrifugo ocurre a altas revoluciones. Para darnos una idea, es necesaria una velocidad de giro en el rotor sobre las 70,000 a 100,000 rpm. En consecuencia, se hace obligado un buen cálculo de desmultiplicación para que el juego de poleas consiga un buen rango de velocidad para el compresor.
Los supercargadores más recientes son los llamados centrífugos. Es un compresor -como parece una turbina provoca confusión entre entusiastas incipientes- que va unido a una pequeña polea , la cual es accionada por una banda al motor. Tiene la gran ventaja porque no ocupa tanto espacio como los de Roots y son menos complicados para instalar (foto 2). Su principal desventaja radica en que presentan una pequeña demora, además de que el régimen óptimo de funcionamiento del compresor centrifugo ocurre a altas revoluciones. Para darnos una idea, es necesaria una velocidad de giro en el rotor sobre las 70,000 a 100,000 rpm. En consecuencia, se hace obligado un buen cálculo de desmultiplicación para que el juego de poleas consiga un buen rango de velocidad para el compresor.
En la primera foto tenemos un supercargador clásico. Las esferas representan moléculas de aire.
En la segunda observamos el corte de un compresor centrífugo, del cual se aprecian los engranajes y su rotor.
En la segunda observamos el corte de un compresor centrífugo, del cual se aprecian los engranajes y su rotor.