SK dice: la plena atención al volante garantiza una acción pronta y certera.
Sensei Koche
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 COMO MANEJAR SEGURO Y RÁPIDO
Muchos saben manejar un auto, por lo menos eso es lo que creen. Si aplicamos unas cuantas técnicas de conducción a la defensiva combinadas con las de manejo deportivo, se puede lograr una habilidad más que notable para el día a día frente al volante. Esta es una serie de 5 pasos para comprender el tema de la conducción segura antes que rápida. Espero les agrade.

5ª parte
¿cómo?
Dado que el entorno determina mucho de la conducción segura y rápida, debemos recordar nuestra premisa de llegar sanos y salvos. Así, en la ciudad lo ideal es apegarse a las velocidades máximas estipuladas. En la calles comunes, de doble sentido, con posibilidad de estacionamiento, la máxima recomendada es de 40 km/h. Puede sonar muy baja pero su intención radica en los múltiples riesgos que presenta una calle vecinal, con tantos elementos sorpresa listos para saltar a nuestro paso. En vías rápidas citadinas, como avenidas, ejes viales, viaductos y demás, las máximas van de 60 a 80 km/h según la autoridad de cada zona. Aquí puede viajarse un poco más rápido siempre en el entendido de que se conoce muy bien la ruta y con la planificación mental de nuestro destino. Ello para ir anticipando los cambios de carril y rumbo a efecto de no interrumpir el flujo vehicular. Como quien dice, no salirse a 100 metros desde el tercer carril, pues no son carreras.
En carreteras y autopistas, puede viajarse un poco más arriba de las velocidades estipuladas, aunque el riesgo de multa e infracción no desaparecen pese la relativa accesibilidad de nuestras autoridades de caminos. Las máximas rondan entre los 80 y 90 para vías de doble sentido hasta 110 km/h en autopista de cuatro y seis carriles. Nuevamente, hay que mentalizarse que nuestra meta es llegar seguros y completos. Si las condiciones lo permiten (buen clima, buena visibilidad, auto en perfecto estado, poco flujo vehicular, vías en buen estado), es factible rodar un poco más arriba de la máxima declarada, con máximas sobre los 140 a 160 km/h según el auto. Sobra decir que dicha vía debe ser perfectamente conocida por nosotros, no sólo porque nos parezca muy seguro para acelerar sin contemplaciones. Porque no sólo implica contar con todos los elementos a favor para rodar veloz, sino que debemos aplicar ciertos principios de conducción deportiva.
El más conocido es la acometida de las curvas. Si bien hay que mantener el carril en la medida de lo posible, el trazo debe buscar el ápice o punto de inflexión para que nuestro vehículo conserve su movimiento de manera consistente y constante. Además, hay que aprovechar todo el ancho del camino para lograr el trazo más fluido posible. Para una mejor apreciación, vale la pena revisar las gráficas anexadas.
En tramos rectos, el mantenerse a la derecha es la prioridad pues nos deja libres dos carriles usualmente, como vías de escape o para resolver algún imprevistos en la vía. El carril izquierdo debe usarse para rebasar aunque en ciertos casos puede ocuparse para ritmos sostenidos en largos rebases, sobre todo en zona de camiones pesados.
Como existe mayor velocidad, hay que dejar más espacio adelante de nosotros en caso de requerir una disminución de velocidad. Hay una regla interesante: a partir de 60 km/h, se debe dejar un segundo de distancia entre cada 20 km/h de incremento de velocidad. Así, si vamos a 100 km/h y apreciamos un auto delante de nosotros, observaremos que cuando pase un punto de referencia como un poste, una señal o un objeto al lado del camino, debemos contar dos segundos en cuanto alcanzemos ese mismo punto de referencia. Una regla sencilla que nos garantiza una sana distancia en vías rápidas.
La frenada debe anticiparse siempre con la mirada puesta en tres puntos de manera secuencial: a un coche de distancia, a unos cinco o seis autos de nosotros y hasta donde llegue nuestros ojos. Esas tres referencias deben ser revisadas constantemente para prevenir cualquier sorpresa o cambio en el camino.
Finalmente, si procuramos regímenes medianos entre los 2,500 y 4,000 rpm según el motor, podemos lograr un buen rendimiento de combustible. Para ello debemos apoyarnos en la transmisión no importa si es manual o automática. Así, lograremos el mejor provecho de nuestro amado automóvil.



Imagen
1. Este es el trazado típico de una curva a 90º o esquina. Los cuadritos delante del volante ilustran los pedales. En el punto A se frena y se mira hacia el ápice marcado como B. El volante gira, no se acelera hasta que se alcanza el ápice. Debe acelerarse suavemente. Cuando se llega al punto C es posible acelerar más y el volante debe regresar a su posición normal. La línea amarilla indica el modo tradicional en que suelen tomarse las curvas

2. Una curva de horquilla, algo más complicada por la variedad que existe en sus radios. Lo ideal es atrasar la acometida hasta advertir el ápice B; se frena antes y después se gira el volante. Superado el punto de infelxión es válido acelerar constantemente para ganar velocidad
y llegar al punto C, donde el volante retoma su posición.


3. El enlace de curvas implica estimar mejor los ápices y en ocasiones sacrificar la primera para que en la segunda logremos una mejor salida. Así, trazamos el primer ápice B como en 1; tan pronto pasamos por éste, observaremos el segundo ápice B2 y trazamos todo de manera armoniosa. No hay que acelerar en las transiciones y si hay que corregir, debe ser de manera progresiva. Ya superado B2, aceleramos con suavidad hasta C, donde podemos pisar a fondo o un poco más.

4. Una curva de radio decreciente exige realizar dos frenadas. La primera en A para controlar el coche. Dejamos que este abarque hacia la parte externa de la curva hasta que notemos el ápice en B, que es muy atrasado. Entonces frenamos en A2. Conviene mantener el coche más lento antes de que superemos el ápice para luego acelerar progresivamente hasta mirar la salida en C. De esta manera, la transición será fluída y consistente.


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